16 agosto 2018

El gran general Noxiano


Después del extraño encuentro con la mujer, Yasuo salió de la tienda decidido a llegar al cuartel general que se hallaba en la punta de la montaña sin esperar la gran sorpresa que le esperaba: soldados noxianos rodeaban el edificio impidiendo su objetivo. El aire empezó a sentirse pesado, como si el odio de todo Noxus se transformara en una especie de aura oscura que motivaba a los militares a enfrentarse al espadachín, entonces se dio cuenta de un individuo que salía de la multitud destacando como nadie lo había hecho. Con su uniforme oscuro y su cabello gris, el misterioso hombre se acercó lentamente a Yasuo, cada paso que daba generaba una oscuridad aún mayor alrededor de él, el aire ya era muy denso haciendo que el guerrero se sintiera más presionado, podía ver los ojos del temible estratega completamente rojos como si algo malo habitara dentro de él. Poco a poco el temblor aparecía en el infiltrado de manera inevitable, sabía que esta situación era de vida o muerte.
-¿Qué me trajeron los cuervos?- dijo Swain mirando al joniano, inexpresivo- No sé porque has venido aquí, pero en este lugar odiamos a los invasores. Ahora entrégate, o me encargaré personalmente.
Un frío atroz recorrió la espalda del espadachín, sus extremidades dejaron de responderle y lo único que podía hacer era observar la muerte yendo tras él, entonces muchos recuerdos invadieron su mente, la niñez y adolescencia pasaban rápidamente por su cabeza, y cuando por fin llegó al incidente que cambió su vida, encontró una respuesta. No podía morir, no todavía, al menos hasta que cumpliera con la promesa que le hizo a su hermano. Se armó de valor y con una confianza restaurada, sacó su espada de la funda, apuntando al gran general noxiano.
-Nunca pude quedarme en un sólo lugar,- dijo Yasuo con mirada combativa- ahora ven, mi espada quiere conocerte.
Justo acabando esas palabras, Yasuo corrió hacia el general y cuando lo tuvo al alcance movió su espada en un ángulo inclinado de arriba a abajo, pero algo extraño pasó, un brazo completamente rojo estaba bloqueando su ataque. Sin pensarlo, el guerrero retrocedió, había subestimado al enemigo, y no solo eso, sentía un dolor leve en la cara, la sangre le brotaba de una pequeña cortada por debajo del ojo. Puso su atención en la extremidad de Swain, este mostraba las garras  de su mano izquierda, y en una de ellas goteaba algo rojo. Ni siquiera se enteró del contraataque.
-¿Aún te atreves a desafiarme?-dijo Swain, burlándose.
Yasuo lo miró con entusiasmo.
-Hay cosas que nunca aburren, y una de ellas es una buena pelea- admitió.
Segundos después, los dos combatientes avanzaron sin temor, Swain intentó cortarle los ojos pero Yasuo se lo impedía con dificultad, éste contraatacó rápidamente hiriendo al general en el brazo derecho, pero la herida sanó al instante. Mientras tanto, la multitud aclamaba fuertemente en favor de su líder sin adentrarse en la batalla, no por querer ser espectadores, sino porque sabían de lo peligroso que era acercarse.
Algo dentro del joniano le decía que si seguía a ese ritmo, terminaría por ser derrotado. Después de un largo intercambio de movimientos ofensivos-defensivos, el samurái intento retroceder sin éxito pues el militar era una fuerza inagotable de poder, entonces Yasuo apuntó con su espada al contrincante y comenzó a moverla en círculos creando un fuerte remolino que obligó al noxiano a alejarse.
El espadachín tuvo unos segundos de descanso, cerró los ojos por un momento y Swain aprovechó para acercarse, sus garras apuntaban al corazón, pero algo había pasado, una ráfaga levantó con increíble fuerza al general.
-¡Sorye ge ton!- gritó Yasuo ya estando por encima del militar.
Solo él mismo dueño de la técnica percibió la velocidad con la que lanzaba sus ataques, en tan solo un segundo le había llegado a dar seis cortes consecutivos, todos mortales. Tras el fulminante ataque, Swain se encontraba en el suelo destruido, mostraba heridas profundas por todo el cuerpo, especialmente en el cuello y el pecho. El ruido del público cambió por un silencio unánime, no podían creer la escena presenciada. Yasuo observó a la multitud.
-Bien ¿Quién sigue?-
Recuperados de la sorpresa, los soldados corrieron hacia el enemigo creyendo poder aprovechar el agotamiento del samurái. Sin embargo, un movimiento irregular los detuvo al instante. La garra de cuervo del militar se había levantado, aquella transformación desaparecía hasta regresar a su forma original. Swain se levantó, su mirada había cambiado totalmente, de una inexpresividad tranquila a un enojo tan brutal que pareciera que le arrancaría la cara en cualquier momento.
-Voy a ser sincero, no esperé que fueras tan molesto.- Un aura espesa emanaba del militar- El juego ha terminado.
Poco a poco las heridas desaparecían y daban lugar a un extraño color rojo que adornaba el traje del general, pero lo más llamativo eran esas extrañas alas oscuras que emergían de su espalda y le daban el aspecto de un demonio. Yasuo sabía que enfrentarse a él significaría una muerte segura, lo único que podía hacer era escapar, no podía morir hasta cumplir su objetivo pasara lo que pasara. Sin embargo, las piernas no le respondían, no podía imaginar que en el peor momento su fuerza se terminaría.
Swain se acercó lentamente, su poder le permitía absorber la energía de cualquiera que se le acercase. Al estar frente a frente con el espadachín, se mofó.
-Esta ni siquiera es mi forma final.
Yasuo se limitó a observarlo, no podía hacer nada contra él en ese momento.
-¡Hasta nunca!- gritó Swain.
De un instante a otro, el silencio reinó.



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09 agosto 2018

La imprudencia del sentimiento


Nací en la ciudad de Payon, hogar de la arquería y las artes marciales. Debido a la falta de minerales los habitantes fueron obligados a utilizar la madera y su propio cuerpo como método de defensa. Actualmente está rodeada de grandes murallas, útiles contra los enemigos que pueblan el bosque, la única entrada se encuentra al sur de la ciudad, vigilado por guardias de elite que cuidan el puente creado por el hombre utilizando rocas como base y madera en la parte superior, dejando por debajo el río que viene del noroeste por las orillas de Izlude, una ciudad satélite dependiente de Prontera, la capital.

Cuando tenía seis años mi papá siempre me contaba una historia antes de dormir; todavía recuerdo su forma de narrar, era como si él mismo lo hubiera vivido, nunca pude pegar un ojo hasta que terminaba el cuento porque si lo hacía me arrepentiría ya que jamás me contaba la misma historia. Me habló sobre las murallas, de mis ancestros y de criaturas tan poderosas que podrían destruir el mundo si quisieran, claro que en ese entonces no se me ocurrió preguntarle si lo que me contaba era cierto.

Una vez me contó sobre mi ancestro, un hombre llamado Rurik el cual sobrevivió ante el ataque del dragón Nidhogg mientras exploraba el Niflheim, pero que terminó muriendo por causas desconocidas a los treinta y dos años.

En el momento que cumplí siete, mis padres me llevaron hasta arriba de la muralla, nos quedamos toda la tarde viendo el panorama mientras platicábamos sobre cosas cotidianas.

-¿Cuál es tu sueño, hijo?- decía mi papá mientras me abrazaba. Después de pensar un poco, le respondí.

-Quiero recorrer el mundo contigo, y con mamá también.- dije, entonces di un gran bostezo y caí rendido al sueño.

Al día siguiente amanecí en mi cama, y una carta descansaba sobre mi almohada. Por temas personales no hablaré de todo el contenido, solo de lo más relevante. Al parecer ocurrió un problema con uno de mis tíos y tuvieran que salier de la ciudad para verlo, no sin antes pedirle a un amigo de la familia que me cuidara, quien resultó ser el director de la Academia de Arquería de Payon, su nombre era Yves.

A pesar de ser bastante viejo, Yves fue muy amable conmigo, me regañaba siempre que lo desobedecía y cuando cumplía con las tareas compraba jugo de uva como premio. Hubieran sido buenos momentos de no ser por mis padres, los cuales no volvieron.

-Regresarán pronto. -era lo que me decía antes de cambiar de tema repentinamente.

Le pedí que me hablará de ellos, quería conocerlos más que nunca. Me habló de mi padre, trabajaba en su academia como profesor de artes avanzadas en arquería, tenía fama de ser el profesor más odiado y amado por sus estudiantes debido a la gran dedicación a su oficio, tan así que muchos salieron por sus métodos excesivamente estrictos. Yves me preguntó si quería especializarme en arquero, contesté con un no pues ya había pensado unirme a artes marciales, sonriendo, puso su mano sobre mi cabeza y me dijo "Todavía tienes tiempo para pensarlo, ¿De acuerdo?".

Yo era muy travieso y nunca le prestaba atención a la clase, por culpa de esto era castigado constantemente. Un día el castigo se alargó tanto que el sol ya estaba por esconderse. Yves siempre me decía que estar solo en la noche es peligroso, entonces tomé mi mochila y salí corriendo de la escuela para llegar lo antes posible a casa.

La noche llegó en un instante, veía cada vez menos y por la velocidad a la que iba no pude distinguir a un hombre que pasaba, entonces mi cabeza chocó contra su estómago. Ambos terminamos en el suelo. En el momento que mi dolor fue desapareciendo, me levanté y me acerque al hombre para ayudarlo, la sorpresa fue inevitable cuando me tomó del cuello y me arremetió contra la pared.

-No creerás que te dejaré ir después de ese golpe, mocoso. -dijo esto levantando el puño y llevándolo contra mi estómago. Sentí como el aire salía de mi cuerpo.

No podía respirar, mis pulmones estaban vacíos y una sensación de desesperación me cubrió por completo. Miré la cara de mi agresor, y vi con mis propios ojos esa horrible sonrisa, una sonrisa que disfrutaba del sufrimiento ajeno, empecé a llorar del miedo. No sabía si saldría vivo de esto, instintivamente usé mis manos para quitar la del agresor, sin éxito. De un instante a otro, me soltó.

-Tranquilo pequeño, no soy tan malo. -eso fue lo que me dijo mientras recuperaba el aliento, el hombre me dio la espalda y caminó como si nada hubiera pasado.

Ese fue el detonante que cambiaría mi vida por completo, estas palabras hicieron surgir algo nuevo dentro de mí, algo que no había experimentado antes, eran sensaciones tan fuertes que me impulsaba a hacer cosas que nunca hubiera hecho antes: ira y frustración. El sentirme tan impotente me hizo reaccionar. Limpié las lágrimas de mi cara y corrí tan rápido como pude hacia él, listo para golpearlo. El dio media vuelta extrañado por el ruido que producían mis pisadas y dándose cuenta de lo que iba a hacer, me dio un puñetazo en la cara. Caí al suelo, el dolor era tremendo y mi cuerpo no se movía.

-De verdad eres estúpido.- gritó enojado mientras me levantaba de la camisa, me di cuenta de que estaba buscando el nombre en ella porque cuando lo encontró empezó a reírse como loco, – Vaya, pero si eres su hijo.- la forma en que me miró fue tal que podía ver la muerte a través de sus ojos, y con la oscuridad de la noche casi parecía como si brillaran de un rojo carmesí.


Mientras utilizaba su mano izquierda para tomar mi camisa, usó la derecha para sacar algo del bolsillo. No pude ver con claridad que era hasta que me lo puso en la cara; una navaja.

-Tu papi acabó con mi futuro, así que yo acabaré con el de su hijo, ya sabes, para estar a mano. Pero primero un poco de dolor, como signo de nuestra amistad. -declaró.

Lo que pasó después fue tan horrible que aún hoy tengo pesadillas, el maldito hijo de puta me clavó la navaja en el ojo izquierdo, una y otra vez sin descanso. Yo pataleaba y pataleaba para poder escapar, pero era imposible, lo único que podía hacer era gritar desesperadamente. La sangre se combinaba con las lágrimas, la tortura se volvía eterna, no podía soportarlo, entonces me desmayé.

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Al despertar, el hombre que me descuartizó el ojo ya no estaba, solo un techo de madera que conocía perfectamente, pues poseía marcas de flechas que disparaba cuando me aburría. Estaba en mi cama, alguien me había traído. Me levanté solo para darme cuenta de la presencia de Yves que se encontraba a mi derecha sentado en una silla de madera, las manos cubrían su cara y las lágrimas caían por estas. Cuando vio el único ojo saludable abierto, tomó mi mano derecha con fuerza.

-Lo siento tanto Merphy. -la voz tan frágil me rompió el corazón. No quería que llorara por mi. Nos abrazamos, esperando consuelo.


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08 agosto 2018

El arco y la flecha

    Después de tomar el arco apoyado en la cama, Merphel sale de casa para dar un último recorrido por su vecindario antes de dirigirse a la academia. A mitad de camino se detiene, olvidó recoger un espécimen de criatura que habita en las afueras de la muralla. Corre a toda velocidad mientras acude al único acceso de la ciudad, ignora a los guardias que lo saludan y sin pensarlo dos veces se adentra en el espeso bosque.

Tras subir a un árbol, usa su vista entrenada para localizar el objetivo a doscientos metros. Percata un movimiento al oeste, un hongo de gran tamaño y una lengua que sale de su cabeza revolotea por el bosque buscando alimento. Merphel prepara el arco para disparar y lleva su mano a la espalda para tomar una flecha del carcaj que olvidó en casa. Reconociendo su despiste, saca un cuchillo del bolsillo, baja del árbol con rapidez y se acerca a la criatura. Merphel acelera, el monstruo no puede escapar y lo sabe, la muerte aparece ante él.




En la academia, un hombre canoso espera en la entrada, sus brazos están cruzados. Merphel se le acerca.

-Otra vez impuntual- dijo el viejo.

-Lo siento director Yves, tuve una emergencia -contestó Merphel mostrando el cadáver de la criatura en sus manos. La expresión de Yves se suaviza al verlo.

-Vaya, pero si es un Poison Spore- toma el espécimen para examinarlo-. Subestimados por su parecido a los hongos, son capaces de envenenar a su presa, si no midieran metro y medio no serían catalogados como monstruos. Estoy seguro que les encantara a los estudiantes.

Una vez adentro, Merphel se presenta ante el salón, los estudiantes se extrañan de su presencia haciendo que algunos se levantasen de su asiento para verlo de cerca. El director empieza a hablar.

-Muy bien niños, Merphel se irá de viaje pronto y me pidió humildemente que le permitiera dar una clase de historia como favor, ¿Tienen alguna pregunta?

Todos se acercan rápidamente.

-¿Qué es eso en tu mano? -dijo uno, apuntando al Poison Spore.

-El tema principal de la clase, les hablaré de él más adelante.

-¿Por qué quiere dar clases, señor Merphel? -dijo otro.

-Aprendí mucho en esta academia. Quería revivir unos cuantos recuerdos antes de irme- contestó.

-¿A dónde vas? -dice una voz al fondo.

-Muy lejos de aquí, tal vez a Rachel o a Hugel -aclaró.

Un niño, al parecer el más joven de ellos, mira atentamente el parche del visitante.

-¿Qué te pasó en el ojo? -dijo.

Esta última pregunta cambia la expresión de Merphel, mira la pared del fondo como si algo invisible lo estuviera observando, el ambiente se vuelve pesado y los alumnos se quedan callados.

-Muy bien niños -comentó el director, intentando eliminar la incomodidad del ambiente-, regresen a sus asientos, la clase está por comenzar.

Los alumnos siguen la orden, Merphel regresa a la realidad. Abre uno de los libros apilados en la mesa y comienza con la lectura:

“Mucho tiempo atrás, cuando los dioses y engendros aún peleaban sin descanso, los habitantes de Midgard vivían con miedo a ser destruidos, se ocultaban en sus hogares esperando el día de la extinción. Sin embargo, ante ellos se presentó el día más importante de la humanidad, el fin de la guerra, pero a pesar de eso la paz no llegó, extrañas criaturas comenzaron a aparecer por todo Midgard amenazando nuevamente con nuestra desaparición.”

“Por siglos nuestra especie estuvo al borde de su desaparecer, todo por culpa a los invasores que cada vez abarcaban más terreno. Pronto, el hombre fue adaptándose lo suficiente para formar grandes comunidades y construir ciudades protegidas por grandes muros  con el objetivo de resguardarse del mal que los amenazaba.”

“Con el tiempo, los humanos desarrollaron diferentes estilos de pelea, todos con el objetivo de vencer a las horribles criaturas que se encontraban del otro lado del muro. En Payon, nuestra ciudad, se desarrollaron dos tipos de peleas base; la arquería y las artes marciales, esto debido a la abundancia de árboles y escasez de minerales.”

“No mucho después, la gente empezó a sucumbir al egoísmo, traicionaban a diestra y siniestra todo para conseguir más poder. Así surgió una nueva era de odio y disconformidad...”

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Tras dos horas de incesante aprendizaje, Merphel toma sus cosas para salir del salón. Yves lo espera afuera.

-¿Cómo te fue? -dijo Yves, con las manos agarradas detrás de la espalda. Merphel sale al pasillo, se da la vuelta para cerrar la puerta del salón y luego da un gran suspiro.

-Son iguales a mis compañeros cuando iba en la academia, molestos y desinteresados por sus estudios, solo les interesa el Poison que traje.

Ambos caminan tranquilamente por los pasillos.

-Bueno -responde Yves-, tú eras el de la nostalgia después de todo. ¿A dónde irás primero?

-Voy a visitar a Eero, tal vez pueda darme información.

Al fondo se encontraba la salida, cada paso que daban era como un estruendo dentro de la mente de Merphel. Muchos recuerdos venían y se iban en un pestañeo, nunca se dio cuenta de lo bueno que era su vida de estudiante hasta que llegó al final del pasillo.

-Te voy a extrañar mucho, Merphy- dice Yves, extendiendo su mano al arquero. Éste la aparta para darle un abrazo.

-Lo sé. Aprecio mucho todo lo que hizo por mí.

Merphel se separa de Yves. Ambos miran a lo lejos la gigantesca puerta que permite el acceso a la ciudad. El corazón de Merphel empieza a acelerarse, no se había dado cuenta del gran cambio que estaba a punto de ocurrir. No más rutina, no más seguridad dentro de los muros, no más entrenamiento diario. Solo pensar en ello le provoca un temblor en sus manos, Yves se da cuenta.

-¿Sabes? Siempre me dio gracia como te dirigías a mí con tanta formalidad. Cuando tus padres te pusieron a mi cargo, me esforcé en darte lo mejor. Conocía tu potencial, pero nunca pensé que te irías tan pronto.

Los ojos del director comenzaron a brillar más de lo habitual, Merphel sabía que intentaba no llorar. Por alguna razón esto lo ponía un poco incómodo, no es que no le haya tomado cariño como lo hizo Yves con él, simplemente estaba demasiado emocionado por comenzar su viaje y su tutor no podría hacer nada para quitarle los ánimos.

-Por eso me voy. Amo esta ciudad, pero ya no hay nada que pueda ofrecerme, necesito nuevas experiencias. Si no lo hago me quedaré estancado y no puedo permitírmelo, le dediqué demasiado tiempo a la arquería, es hora de mostrarle mi habilidad al mundo.

Yves suspira.

-Tal vez puedas engañar al pueblo pero no a mí, muchacho. Existen otras razones, ¿Cierto?

Merphel se muerde el labio.

- No le puedo ocultar nada ¿Verdad, director? Mi meta es convertirme en el mejor arquero del mundo, pero antes de eso quiero encontrarlos, saber porque desaparecieron así sin mas.

-Ya veo… -susurra – Entonces vas a buscarlos. Cuando los encuentres, diles por favor que no pude protegerte y que espero me perdonen.

-No es tu culpa -dice con fuerza-, por mi estupidez me gané esto –Pone su mano en el parche, apoyado en el ojo izquierdo –. Además, si no fuera por lo que pasó nunca me hubiera hecho arquero.

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Tras la despedida, Merphel sale de la ciudad. Echa un último vistazo a las murallas, viejos recuerdos llegan a su mente, entonces sigue adelante.


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04 agosto 2018

Primera ubicación


¿Cuánto tiempo habrá pasado desde que escapó de su lugar natal? Para él, una eternidad. Todos esos años no eran más que el infierno mismo invitándolo a recibir las llamas de la desesperación, pero eso no era suficiente para detener, más que una venganza, la búsqueda de limpiar su nombre. Claro, el honor sería imposible de recuperar; su hermano yacía muerto en tierra fértil, atravesado por la espada con la que empuñó desde joven.
La única pista que dejó el verdadero asesino fue el corte que acabó con la vida de su ser más querido, cuya forma y profundidad demostraban ser hechos por una técnica específica del viento, una rama de la lucha con espada que muy pocos dominan. Desde entonces, ha recorrido parte de Valoran en busca de aquel responsable, y el primer lugar sería Noxus. Dado que la guerra fue provocada por esa misma nación, era muy probable que encontraría su objetivo. Vistió una capucha desgastada acompañada de ropaje joniano. Vio el camino a la tenebrosa ciudad, se quitó la cinta del cabello y avanzó.



Vislumbró una ciudad gigantesca, en el centro de ésta se encontraba una gran montaña con forma de calavera, adornada de grandes edificios y amurallada, protegida por un gran lago de desechos tóxicos, cuatro puertas gigantescas eran el único acceso al lugar. Pasó por la ciudad desapercibido hasta llegar a la entrada norte de la muralla, el guardia encargado de custodiarla le llamó la atención.
-Hey, el de la capucha.-
Yasuo se detuvo, colocó su mano en la empuñadura.
-¿Sucede algo?- preguntó Yasuo.  
El guardián del umbral se acercó.
-¿Por qué tienes ropa joniana?-dijo el hombre.
-Me encontré con un grupo de esos desgraciados cuando venía para acá, destrozaron mi ropa mientras los despedazaba, así que tome los suyos.-
¿De verdad era Yasuo el que hablaba? Sabía que los noxianos se caracterizaban por ser crueles y sanguinarios, así que antes de entrar a la ciudad se preparó para engañar a los curiosos. Hubo una sonrisa de satisfacción al saber lo útil que fueron sus preparativos. El guardia se tranquilizó.
-Creo que está bien, no es la primera vez que alguien se encuentra basura como esa de camino. Puedes pasar.- el guardia dio la espalda a Yasuo, caminando de nuevo a su puesto.
-Idiota- susurró Yasuo.
El vigilante se dio cuenta, probablemente por su bien entrenado oído, de la palabra que le dirigió Yasuo. Molesto por el descaro del encapuchado, corrió hasta el espadachín hasta acertarle un golpe al estómago. Yasuo se retorció.
-¿A quién le dices idiota? Al parecer necesitas una lección.- dijo el guardia, furioso.
El espadachín no reaccionó y eso causó que el noxiano se enfadara aún más, entonces asestó un nuevo golpe en la cara, Yasuo se inclinó por el dolor. Satisfecho, el hombre dio la vuelta para ordenar echar al hombre, entonces una ráfaga de viento pasó por su espalda, cortando su vestimenta y dejando al pobre guardia desnudo.
-No querrás que te haga lo mismo que a los jonianos ¿O sí?-dijo Yasuo mientras le daba la espalda.
El noxiano humillado, pidió disculpas mientras corría asustado a su caseta. El espadachín avanzó por los puentes, usados para atravesar el foso envenenado de líquidos tóxicos que rodeaban la montaña, hasta llegar a su destino, ahí tomó el camino inclinado que llegaba hasta el cuartel general del Alto Mando Noxiano. Mientras cruzaba, un grupo de soldados, sobrevivientes de la guerra entre Noxus y Jonia, pasaban cerca de él, sin embargo uno de ellos reconoció al espadachín que mató a muchos de sus compañeros. De un momento a otro, se halló rodeado de militares.
Yasuo se enfrentó a decenas de tropas mientras avanzaba por el camino, pero hubo un momento en que el cansancio lo dominó. Decidido a llegar a la estructura más alta de la montaña, saltó usando el poder del viento como impulso, llegando a los pies de aquel edificio. A salvo, vislumbró el hermoso paisaje que le permitía observar los largos ríos y las empinadas montañas de Valoran. Observó la parte exterior de la muralla, habitada por la gente pobre o considerada débil, peleándose por su supervivencia.
El sol mostraba su agradable atardecer, y Yasuo sabía bien que la noche sería una desventaja para él sino tenía cuidado, además el hambre y el cansancio lo obligaron a allanar una tienda de frutas secas que recién había cerrado, cortando la cerradura de la puerta trasera. Seguro de que el dueño no regresaría hasta el día siguiente, se dispuso a comer y dormir.
Cuando despertó, su sorpresa fue tan grande que quedó paralizado durante unos segundos. Una mujer de aspecto extraño le apuntaba con su bastón, adornado con una gema brillante. Ella sonrió.
-Veo que has despertado- dijo.
Yasuo retrocedió rápidamente mientras desenfundaba su katana.
-¿Por qué no me mataste?- dijo el espadachín, aún sorprendido.
-Todos buscan algo, ¿No es así?-
-¿Qué quieres decir?-
-Mientras peleabas con esos inútiles militares, me di cuenta que podrías serme útil, ¿Te gustaría unirte a mi secta?-
-Prefiero morir antes que unirme a un asqueroso noxiano.-
-Es una lástima.- Sonrió ella- Podría haberte ayudado a encontrar a la persona que buscas.-
Yasuo se estremeció, la mano con la que sostenía la katana tembló levemente.
-¿Cómo lo sabes? ¿Quién rayos eres?-
La extraña mujer se mantuvo en silencio, retiró el bastón y miró seriamente al espadachín.
-No tienes que elegir todavía, pero para asegurarte de que soy confiable te diré una pista: en el almacén del cuartel general hay una lista de armas especiales que se le entregan a los guerreros más poderosos, con sus características anotadas.
Mientras decía esto último, su cuerpo se desvanecía lentamente hasta desaparecer. Yasuo, intrigado, salió del lugar en busca del cuartel general que le había mencionado, aun sabiendo que podría ser una trampa, pero su confianza era tan grande que no le importaba si lo era, no dejaría que alguien lo derrotara y mucho menos un noxiano.


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