24 noviembre 2019

La verdad duele


Me siento tan triste... nunca había pensado en lo dura que puede ser la realidad, si tan solo pudiera ser más fácil. Me preparé, sabía lo que se avecinaba, incluso sentí un sueño premonitorio, y a pesar de todo, siguió siendo difícil. Lloré y me enfurecí,  pero el dolor fue intenso. Entonces me di cuenta, había dos sensaciones terriblemente arraigadas a mi ser. Una era la decepción, creada por la falsa esperanza de ser feliz junto a quienes creía eran mis amigos. En realidad, siempre lo supe, desde hace mucho pensaba que yo era el problema, entonces decidí esforzarme para hacer nuestros lazos más fuertes. Hubo risas y momentos placenteros, pero eso no significó nada. En serio me esforcé, sabía que la sensación de búsqueda era unidireccional. Jamás se interesaron en mí, solo aceptaban el poder estar con ellos, y aún así puse mi empeño en mejorar esos lazos. De hecho, me sentí como un fracaso desde hace tiempo, y ahora me doy cuenta del porque. Construí mis metas en unos cimientos débiles. Esos cimientos fueron mis amigos. Decidí quedarme por ellos, seguir adelante por ellos, cambiar por ellos. Por eso fracasé. Ellos nunca fueron mis amigos. Y después de tantos años, me doy cuenta.

Tal vez no hubiera sido tan doloroso si la decepción no viniera de la traición. Cuando sabía que ellos no me buscaban, decidí expresarme mejor, liberar mis sentimientos para expresarme como me sentía. Al principio me sentía más feliz, incluso pude aprender más de ellos. Pero el resultado no era diferente, ellos seguían sin buscarme, sin interesarse en mi, nunca se preocuparon de lo que me sucediera. Entonces tome el peor error, decidí ignorar ese hecho, mi positivismo es muy fuerte. Pensaba que con el tiempo las cosas empezarían a cambiar, incluso fui capaz de declararme. Y por un momento sentí que encajaba. Hubo un tiempo en la que chateaba con ella casi todos los días, le dije sin tapujos lo que sentía, y ella los aceptaba, hasta que me pidió que le recordará algo cuando la viera. Ya empezaba a comprender lo que pasaría.

Una noche antes de verla, desperté llorando. Un sueño se me presentó en forma de advertencia (no lo sabía en ese momento). Me encontraba en un salón de clases, estaba ella y mi mejor amigo (eso lo sabía en el sueño, pero en realidad ese personaje es un personaje ficticio). Sentados en las bancas, sentía que ella me ignoraba, entonces vi como él (mi mejor amigo) le pedía salir del salón. Yo extrañado vi como salían del lugar. El salón estaba ubicado en un tercer piso y el pasillo tenía barandales que daban una vista hacia afuera. Los seguí hasta que bajaron las escaleras del tercer piso, decidí que podía ser mejor observar desde los barandales lo que pasaba. Cuando llegaron al primer piso, vi como se dirigían a una pequeña calle con escaleras parecida a la del callejón del beso. Entonces él la detuvo, le dijo que esperara un momento, después jaló unas cuantas cuerdas y un telón negro cayó por la pared. La oración "¿Quieres salir conmigo?" estaba impresa con rojo mientras otras pequeñas frases se amontonaban por el telón.

El dolor salió disparado de mi corazón, no encuentro otra forma de decirlo. Sentí como las emociones me inundaban, hasta que percaté el vacío, esa sensación que dominaba sobre cualquier otra. Afuera del salón habían unas escaleras que llevaban a un cuarto piso, una pequeña habitación era lo único allí. Salí corriendo a ese lugar, no sin antes percibir como ella abrazaba tan cálidamente a su acompañante, dándole una mirada tierna mientras aceptaba su propuesta. Una vez solo, seguro de que nadie podría verme, lloré. Cansado de mis lágrimas, pensé, "¿Por qué me duele tanto? ¿Por qué me pasa esto?", entonces un pensamiento llegó, "Espero que ellos sean felices juntos. Al final no puedo odiarlos". Bajé por las escaleras y lo vi a él, esperándome. Podía verlo en su expresión, iba a decirme algo que no iba a gustarme. "Tengo que decirte algo", bajé con rapidez y le interrumpí, "¿Y esa cara? Parece como si te hubieras declarado a la persona que me gusta". Abrió los ojos, sorprendido, y el sueño terminó.

El día esperado llegó, quedamos de acuerdo en vernos, me mencionó la hora en que se desocupaba y llegué a tiempo. Estaba listo para lo que venía, lamentablemente no siempre pasa lo que uno espera. Llegué y le envié un mensaje, "Ya llegué, te espero", me respondió que en un momento iba... pasó una hora, estaba un poco molesto pero seguro tenía que hacer algo. Llegó y me dijo algo interesante, "perdón por tardar, pero el chisme estaba bueno". Me emputé, realmente me emputé. Hacía mucho tiempo que no me hacían encabronar de ese modo. Esa acción ya no tenía nada que ver con la situación, simplemente es una puta falta de respeto sin importar quien sea. Quiero decir, vine específicamente a verla, sabiendo que no estaría ocupada, haciéndome esperar innecesariamente por una pendejada. A pesar de todo, decidí tragarme el orgullo, oculté mi enojo y esperé a que me contara lo que ya era obvio para mi. "No sé si estamos en la misma sintonía, dije, creo que me gustas", esta parte no me molestó en absoluto, estaba ocupado intentando calmar el enfurecimiento por lo mierda que fue en ese momento. Le dije que estaba bien, no pasa nada, y de inmediato pasamos a otros temas sin importancia. Desde ese día dejamos hablar tan seguido.

Pasaron los días y lo peor se aproximaba, empecé a sentir como si me ignorara. No lo tomé muy a pecho porque sabía que era normal, después de todo me gustaba. Sin embargo, comencé a captar ciertas cosas que me llevaban a una cruel realidad. En realidad, ella ya estaba quedando con una de las personas que creía era mi amigo. Y no me hubiera molestado, si tan solo no me lo hubieran ocultado. Créanme que si me lo hubieran dicho desde un principio, no sufriría tanto. Pero esa sensación de burla hacia mi crecía, y eso me molestaba mucho, no, todavía me molesta.

Estaba sufriendo, y no sabía que hacer. Un día decidieron ir a un evento que se celebra una vez al año en la ciudad, y uno del grupo me invitó. Tenía que levantarme temprano y como estoy acostumbrado a dormir muy noche, decidí desvelarme. Llegó la hora y nos reunimos en un lugar, entonces otra persona del grupo me miró y me dijo "Tú que haces aquí, yo no te invité". Pudo haberlo dicho de broma, pero mi alma se partió en dos cuando lo escuché. En ese momento estaba pasando por un momento difícil y escuchar esa oración me destrozó, y mucho. No debí haber ido, solo acepté porque pensé que ir al evento con mis amigos me ayudaría a calmarme. Grave error. El resto del día fue un infierno.  Me di cuenta de muchas cosas. No me habían invitado porque sabían que sería incomodo para ellos. Y la persona que me invitó seguramente no lo sabía.

Como hay que caminar mucho para salir del evento, decidí separarme de ellos un poco, observé el ambiente y por primera vez me sentía tranquilo. Sin pensar en nada ni nadie. Ahí fue cuando llegó la verdad que terminó por destruirme. Ellos no eran mis amigos, nunca lo fueron. Jamás se preocuparon de mi. ¿Por qué se empeñan tanto en ocultarmelo? ¿De verdad piensan que soy tan idiota? Al final, ellos nunca se interesaron por lo que yo sentía. Decidí irme a casa, listo para aceptar la nueva sensación: soledad pura. Fueron al menos tres días sin hacer nada más que recostarme en mi cama y llorar.

Aún sigo luchando por superarlo. Cuando estoy con ellos puedo hablar como si nada hubiera pasado, con excepción de que no voy a hacer algo por ellos si no me gusta o conviene. Lo único difícil es cuando la veo a ella, varias sensaciones surgen: tristeza, enojo, soledad y sobretodo decepción, mucha decepción. Para mi está claro, no es una mala persona, pero es alguien cruel y definitivamente peligrosa, al menos hasta que quiera aprender a no lastimar a otros sin necesidad.
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