¿Cuánto tiempo habrá pasado desde que escapó de su lugar natal? Para él,
una eternidad. Todos esos años no eran más que el infierno mismo invitándolo a
recibir las llamas de la desesperación, pero eso no era suficiente para
detener, más que una venganza, la búsqueda de limpiar su nombre. Claro, el
honor sería imposible de recuperar; su hermano yacía muerto en tierra fértil,
atravesado por la espada con la que empuñó desde joven.
La única pista que dejó el verdadero asesino fue el corte que acabó con
la vida de su ser más querido, cuya forma y profundidad demostraban ser hechos
por una técnica específica del viento, una rama de la lucha con espada que muy
pocos dominan. Desde entonces, ha recorrido parte de Valoran en busca de aquel
responsable, y el primer lugar sería Noxus. Dado que la guerra fue provocada
por esa misma nación, era muy probable que encontraría su objetivo. Vistió una
capucha desgastada acompañada de ropaje joniano. Vio el camino a la tenebrosa
ciudad, se quitó la cinta del cabello y avanzó.
-Hey, el de la capucha.-
Yasuo se detuvo, colocó su mano en la empuñadura.
-¿Sucede algo?- preguntó Yasuo.
El guardián del umbral se acercó.
-¿Por qué tienes ropa joniana?-dijo el hombre.
-Me encontré con un grupo de esos desgraciados cuando venía para acá,
destrozaron mi ropa mientras los despedazaba, así que tome los suyos.-
¿De verdad era Yasuo el que hablaba? Sabía que los noxianos se
caracterizaban por ser crueles y sanguinarios, así que antes de entrar a la
ciudad se preparó para engañar a los curiosos. Hubo una sonrisa de satisfacción
al saber lo útil que fueron sus preparativos. El guardia se tranquilizó.
-Creo que está bien, no es la primera vez que alguien se encuentra
basura como esa de camino. Puedes pasar.- el guardia dio la espalda a Yasuo,
caminando de nuevo a su puesto.
-Idiota- susurró Yasuo.
El vigilante se dio cuenta, probablemente por su bien entrenado oído, de
la palabra que le dirigió Yasuo. Molesto por el descaro del encapuchado, corrió
hasta el espadachín hasta acertarle un golpe al estómago. Yasuo se retorció.
-¿A quién le dices idiota? Al parecer necesitas una lección.- dijo el
guardia, furioso.
El espadachín no reaccionó y eso causó que el noxiano se enfadara aún
más, entonces asestó un nuevo golpe en la cara, Yasuo se inclinó por el dolor.
Satisfecho, el hombre dio la vuelta para ordenar echar al hombre, entonces una
ráfaga de viento pasó por su espalda, cortando su vestimenta y dejando al pobre
guardia desnudo.
-No querrás que te haga lo mismo que a los jonianos ¿O sí?-dijo Yasuo
mientras le daba la espalda.
El noxiano humillado, pidió disculpas mientras corría asustado a su
caseta. El espadachín avanzó por los puentes, usados para atravesar el foso
envenenado de líquidos tóxicos que rodeaban la montaña, hasta llegar a su
destino, ahí tomó el camino inclinado que llegaba hasta el cuartel general del
Alto Mando Noxiano. Mientras cruzaba, un grupo de soldados, sobrevivientes de
la guerra entre Noxus y Jonia, pasaban cerca de él, sin embargo uno de ellos
reconoció al espadachín que mató a muchos de sus compañeros. De un momento a
otro, se halló rodeado de militares.
Yasuo se enfrentó a decenas de tropas mientras avanzaba por el camino,
pero hubo un momento en que el cansancio lo dominó. Decidido a llegar a la
estructura más alta de la montaña, saltó usando el poder del viento como
impulso, llegando a los pies de aquel edificio. A salvo, vislumbró el hermoso
paisaje que le permitía observar los largos ríos y las empinadas montañas de
Valoran. Observó la parte exterior de la muralla, habitada por la gente pobre o
considerada débil, peleándose por su supervivencia.
El sol mostraba su agradable atardecer, y Yasuo sabía bien que la noche
sería una desventaja para él sino tenía cuidado, además el hambre y el
cansancio lo obligaron a allanar una tienda de frutas secas que recién había
cerrado, cortando la cerradura de la puerta trasera. Seguro de que el dueño no
regresaría hasta el día siguiente, se dispuso a comer y dormir.
Cuando despertó, su sorpresa fue tan grande que quedó paralizado durante
unos segundos. Una mujer de aspecto extraño le apuntaba con su bastón, adornado
con una gema brillante. Ella sonrió.
-Veo que has despertado- dijo.
Yasuo retrocedió rápidamente mientras desenfundaba su katana.
-¿Por qué no me mataste?- dijo el espadachín, aún sorprendido.
-Todos buscan algo, ¿No es así?-
-¿Qué quieres decir?-
-Mientras peleabas con esos inútiles militares, me di cuenta que podrías
serme útil, ¿Te gustaría unirte a mi secta?-
-Prefiero morir antes que unirme a un asqueroso noxiano.-
-Es una lástima.- Sonrió ella- Podría haberte ayudado a encontrar a la
persona que buscas.-
Yasuo se estremeció, la mano con la que sostenía la katana tembló
levemente.
-¿Cómo lo sabes? ¿Quién rayos eres?-
La extraña mujer se mantuvo en silencio, retiró el bastón y miró
seriamente al espadachín.
-No tienes que elegir todavía, pero para asegurarte de que soy confiable
te diré una pista: en el almacén del cuartel general hay una lista de armas
especiales que se le entregan a los guerreros más poderosos, con sus
características anotadas.
Mientras decía esto último, su cuerpo se desvanecía lentamente hasta
desaparecer. Yasuo, intrigado, salió del lugar en busca del cuartel general que
le había mencionado, aun sabiendo que podría ser una trampa, pero su confianza
era tan grande que no le importaba si lo era, no dejaría que alguien lo
derrotara y mucho menos un noxiano.
El mundo ficticio como las imágenes tomadas son ajenas a mi creación. La historia se basa en el juego League of Legends.
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